ISSN 2616-7964
octubre-diciembre, 2017
Volumen 1, Número 4
pp. 37-45
Educar para
la paz en el ámbito de la escuela: Lineamientos para una pedagogía humanista
Educating for peace in the school setting: Guidelines for
a humanistic pedagogy
José Humberto Figueroa
jhfiap@gmail.com
Instituto
Universitario de la Región de los Llanos
Recibido: 15-04-2017 / Revisado: 20-04-2017 / Aceptado:
20-05-2017 / Publicado: 09-10-2017
RESUMEN
El presente
artículo se plantea el análisis de la situación actual de la escuela en
relación al enfoque pedagógico asumido que no ha contribuido a dar vida a una
pedagogía humanista que coadyuve a educar para la paz, se parte de un
diagnostico apoyado en la revisión documental, planteando a nivel de propuesta:
lineamientos de una nueva educación humanista, cuyo norte sea contribuir con la
Paz. En el nivel metodológico se inicia con una revisión documental y se
analiza el marco normativo en Venezuela, obteniendo así un diagnostico que
lleve a la propuesta de un proyecto factible lineamientos para una pedagogía
humanista.
Palabras
clave:
Educación para la Paz, Pedagogía Humanista, Enfoques pedagógicos, Educación en
Derechos Humanos
ABSTRACT
This
article presents the analysis of the current situation of schools in relation
to the pedagogical approach assumed that has not contributed to give life to a
humanistic pedagogy that helps to educate for peace, is based on a diagnosis
supported by the documentary review, proposing at the proposal level:
guidelines for a new humanist education, whose goal is to contribute to Peace.
At the methodological level begins with a documentary review and analyzes the
normative framework in Venezuela, obtaining a diagnosis that leads to the
proposal of a feasible project guidelines for a humanistic pedagogy.
Key words: Education
for Peace, Humanistic Pedagogy, Pedagogical Approaches, Human Rights Education
INTRODUCCIÓN
La educación en Derechos Humanos constituye en el presente
un gran reto de cara a las demandas sociales que la sociedad presenta en sus
exigencias de dar respuestas a las tensiones socializante la pérdida de
cohesión que se manifiesta en el deterioro de la identidad colectiva e
individual y la tensión existente entre un individuo que va perdiendo los
referentes morales, en especial de los valores de convivencia, llevando eso a
la presencia de situaciones donde la violencia crece. Esta situación arropa a un
número enorme de sociedades en el nivel global, en el que Venezuela no es
ajena, siendo un proceso complejo que tiene raíces estructurales, donde la
cultura y el modelo de civilización occidental han entrado en una fase de
crisis, no obstante reconociendo que en otrora esos componentes que dieron vida
a esta civilización, permitieron la emergencia de los derechos humanos en el
siglo XX con la Declaración Universal de 1948, sin embargo se observa con
preocupación que hoy pareciera no existir un norte humanista que permita guiar
a la sociedad en la búsqueda del bien común, de manera que los anti-valores van
protagonizando los cambios y el afán de controlar las riquezas materiales bajo
un accionar individualista marcado por un egoísmo social, a tal punto que ese
conjunto de relaciones sociales entran en tensión y son las que dan vida a la
sociedad muestran signos de deterioro, siendo la violencia una expresión
anómica de esos cambios donde las sociedades no logran sostener una cohesión
positiva.
En ese contexto, entender ¿qué ha pasado con la sociedad?,
plantea desde el presente estudio, en un nivel de propuesta, un diagnóstico de
la situación general de las escuelas en relación al enfoque pedagógico de
manera de proponer una pedagogía humanista que permita educar para la Paz,
propuesta que se nutre desde la revisión documental y se alimenta ante los
acelerados cambios que muestran no pocas tensiones sociales, donde esa misma
escuela entró en una etapa de cuestionamiento porque su papel formador debe ser
repensado, aun reconociendo que hay propuestas de intervención desde las
escuelas, estos han sido poco efectivos en su efecto de educar para la vida y
la paz, en especial en los niveles de educación primaria que son claves en la
internalización de los valores que definirán la vida adulta de ese niño.
La propuesta Hacia una Pedagogía Humanista en la Escuela
pretende aportar elementos para una praxis pedagógica más vivencial que conecte
el espacio del aula y de la escuela con las familias, proceso que debe iniciar
desde la reflexión involucrando a los maestros que hacen vida en primaria, los
directivos, de manera de identificar aquellos elementos de la cultura escolar
que frenan la construcción de una cultura sustentada en valores para la paz,
por tanto la gestión y praxis pedagógica son importantes porque devienen en
ejemplos.
Se trata de ir ganando espacios desde los cuales se generen
cambios que lleven a una formación en valores para la Paz, en especial, niños y
adolescentes que viven en un contexto de violencia y que reproducen la
violencia también.
CAMINO METODOLÓGICO
Para dar cumplimiento a la estructura del trabajo, des el
punto de vista metodológico se asume la revisión documental para tomar los
elementos del contexto en relación al problema de la violencia escolar y se
plantea de acuerdo al tipo de investigación, siguiendo al Manual de la UPEL, de
un Proyecto Factible, que: “consiste en la investigación, elaboración y
desarrollo de una propuesta de un modelo operativo viable para solucionar
problemas, requerimientos o necesidades de organizaciones o grupos sociales; puede
referirse a la formulación de políticas, programas, tecnologías, métodos o
procesos”, (p. 13), que inicia desde el diagnóstico y descripción del contexto
general social donde está inserta la escuela, para llegar a la propuesta de
Taller: Pedagogía Humanista hacia una educación para la paz dirigido a maestros
y directivos y finalmente, presentar unas reflexiones teóricas que presenten
los principales nudos críticos que frenan la construcción de una cultura de paz
desde las escuelas.
DISCUSIÓN Y RESULTADOS
Crisis de la sociedad y deterioro de la función
formativa de la escuela.
El mundo de hoy globalizado si bien muestra profundos
cambios que apuntan a la modernización de la sociedad, cambios en el nivel de
vida material y tecnológico que han llevado a una mayor calidad de vida y
bienestar, simultáneamente también se van identificando procesos de
conflictividad porque esos cambios se han construido desde relaciones de poder
que en lo económico y social son muy desiguales, en este caso, la desigualdad
social ha sido una condición negativa que muestra que el progreso ha descuidado
al mismo ser humano, donde las prioridades pasan a ser el afán de acumular
riquezas sin importar realidades concretas de miseria, conflictos y dolor que
definen la vida cotidiana de muchos colectivos e individuos en todo el planeta,
donde el principal problema pasa a ser la pobreza, que de acuerdo al Banco
Mundial la misma cambia de acuerdo al
nivel de ingresos estando entre ellas: pobreza extrema y hambruna, que hacen
referencia a las personas cuyos ingresos no superan un dólar diario, siendo
esto una condición que en definitiva potencia la pobreza y todos los problemas
derivados de ella donde la violencia va creciendo, lo que coadyuva a reproducir
situaciones anómicas que muestran como el equilibrio social se tensiona en
individuos y grupos marginados de la sociedad que no han sido incorporados al
desarrollo.
La pobreza material y social es un rasgo del presente que ha
sido analizado por los organismos mundiales y ha sido reconocida como tal en
los objetivos del milenio y en la agenda post-desarrollo del 2015 de la ONU,
donde se reconoce que debe darse vida a acciones más activas que lleven a
procesos reales de inclusión, una inclusión efectiva, en virtud que esa
desigualdad social sigue creciendo y ha llevado a la sociedad a la perdida a un
proceso sostenido de deterioro de los valores humanos en un presente cuyo norte
humano de desdibuja, se confunde cuando observas una realidad muy caótica y
llena de profundas narrativas de miseria y dolor humano. La violencia también
forma parte de esos relatos del presente y ha estado presente a lo largo de la
evolución de la sociedad moderna. Sin embargo, la sociedad ha venido cambiando
con un mayor nivel de madurez, al punto que en el siglo XX la perspectiva de
los Derechos Humanos adquirió universalización con la materialización de la
Declaración Universal en 1948, lo que devino en una clara conciencia moral y
jurídica de la humanidad ante lo que representó los horrores de la guerra. En ese
sentido, desde el mismo preámbulo se
establece:
Considerando esencial
que los derechos Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo
tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos
iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana; Considerando
que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado
actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, y que se ha
proclamado, como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un
mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten
de la libertad de palabra y de la libertad de creencias; humanos sean
protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea
compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión;
Resaltando en los enunciados de la Declaración Universal el
valor de la dignidad de la persona por encima de todo, donde la igualdad y la
libertad pasan a ser fundamentales para construir un mundo humano, donde se
respeta la singularidad del individuo que reconoce y es reconocido por los
otros, además, donde la paz y la justicia pasan a ser valores claves para la
convivencia social. Este salto cualitativo, sin duda marcó un punto de
inflexión hacia la protección de la dignidad humana, que con los derechos
humanos consagrados en la Declaración permitió definir un conjunto de normas al
alcance de las personas, de los grupos y colectivos para exigir el respeto de
sus derechos, de la misma manera también especificados con los dos Pactos internacionales,
donde se definen los derechos en general y las condiciones que establecen
responsabilidades y límites a la acción de los Estados, como lo es el caso del
Pacto Internacional de Derechos Civiles donde se establecen normas vinculantes.
En el ámbito nacional, nuestro país se integra a la
normativa internacional de los derechos humanos, incluso con rango
constitucional como así lo establece la Constitución Nacional en su Artículo
23° :
Los tratados, pactos y
convenciones relativos a derechos humanos, suscritos y ratificados por
Venezuela, tienen jerarquía constitucional y prevalecen en el orden interno, en
la medida en que contengan normas sobre su goce y ejercicio más favorables a
las establecidas por esta Constitución y en las leyes de la República, y son de
aplicación inmediata y directa por los tribunales y demás órganos del Poder
Público.
De esta manera, el marco legal venezolano es una fortaleza
para el logro de los derechos humanos, no obstante, la experiencia vista desde
la praxis muestra un proceso de deterioro en lo social, donde las estadísticas
reflejan una economía en crisis y un proceso marcado por la conflictividad,
donde la violencia ha crecido exponencialmente, ubicando a nuestro país como el
segundo con mayor tasa de homicidios en el mundo; “Venezuela fue ubicada como
el segundo país más violento del mundo, al tener una tasa de homicidios de 53,7
por cada 100.000 habitantes, según un informe elaborado por la Oficina de la
Organización de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito ”.
Esta situación de violencia sin duda tiene raíces
estructurales, donde el enfoque del desarrollo aplicado en el país ha dado vida
a una cultura del facilismo, donde el Estado es visto como aquel proveedor, lo
que no ha permitido desde la dinámica de un modelo rentista, potenciar una
cultura del trabajo y del esfuerzo colectivo, al punto que hay que reconocer
que el agotamiento del modelo rentista ha puesto de manifiesto, la crisis de un
modelo societal donde si bien hay definiciones generales desde actores no
gubernamentales importantes, ellas no han tenido la incidencia en las políticas
concretas implementadas desde el poder en el marco de la revolución
bolivariana, de manera de coadyuvar en la transformación de la sociedad, donde
la política educativa en todos los niveles, si bien en su diseño teórico
plantea un cambio de paradigma orientado a dar vida a una pedagogía humanista
que prioriza el convivir y el ser, ello resulta inefectivo cuando es rastreado
en la realidad escolar, más en los ambientes de la escuela venezolana, que
presenta estadísticas que evidencian un aumento de la violencia escolar y que
llevan a preguntarse: ¿por qué teniendo la Escuela un currículo donde se
integra el eje transversal los valores y la educación en Derechos Humanos
persiste una violencia entre pares que muestra una crisis en valores, en
especial el respeto y la tolerancia?. Lo que debe llevar a la reflexión pues la
escuela representa una institución que por antonomasia es clave en la formación
en valores, modeladora en la conducta de los niños, además su función formadora
es reconocida como la tal en la Constitución y aparece reflejada así en la Ley
Orgánica de Educación que establece en su artículo 3:
la formación en una
cultura para la paz, la justicia social, el respeto a los derechos humanos, la
práctica de la equidad y la inclusión...Se consideran como valores
fundamentales: el respeto a la vida, el amor y la fraternidad, la convivencia
armónica en el marco de la solidaridad, la corresponsabilidad, la cooperación,
la tolerancia y la valoración del bien común, la valoración social y ética del
trabajo, el respeto a la diversidad propia de los diferentes grupos humanos.
De esa manera, vista la importancia que tienen los valores
en su inserción en el currículo y de cómo la transversalidad resulta un
imperativo al cual hay que darle vida en el contexto escolar, como bien lo
señala (Magendzo, s/f) cuando plantea la existencia de una crisis de situación
y en donde:
La coexistencia de estas
incertidumbres y de estas certezas configura un cuadro de diversidad cultural
que, a juicio de algunos, es similar a una crisis moral. Sin lugar a dudas
estamos enfrentados a una búsqueda por nuevos paradigmas al interior de la
sociedad en su conjunto. El paradigma que está hoy en vías de cambio –y que
privilegia una concepción racionalista del ser humano– ha dominado nuestra
cultura y nuestra convivencia social por siglos .
El cambio de paradigma donde ahora la transversalidad
sustentada en una Educación en Valores y en Derechos Humanos, reconoce la
importancia del conocimiento y del hacer en cuanto a que son importantes en la
formación académica de los educandos, pero también desde la teoría valora el
convivir y el ser, siendo estos medulares en la formación del nuevo hombre, acciones
que en al ámbito práctico aportarían mucho para la transformación en un en el
contexto crisis societal en el país, de allí la importancia de la propuesta de
una Pedagogía Humanista en el Contexto de la Escuela, que de vida a cambios
reales en las relaciones que definen la enseñanza – aprendizaje que en este
momento la sociedad demanda, dar vida a procesos de pedagógicos que se
construyan en la búsqueda de la excelencia académica, pero que simultáneamente
incorporen lo humano en el centro de la enseñanza. El convivir y el ser no
pueden estar ajenos en la formación educativa, por tanto, la Pedagogía
Humanista planteada en esta propuesta tiene como intención contribuir con la
formación de estudiantes que teniendo un amplio conocimiento de las realidades
también este formado para integrarse en la sociedad en un clima de respeto y
tolerancia con los otros, una convivencia social sana. No es esto una tarea
fácil, requiere de la mayor suma de voluntades, que en el caso planteado a lo
interno de las escuelas debe partir del reconocimiento de la necesidad de
repensar la escuela en un contexto donde se integren todos los actores:
Escuelas, Familias y Sociedad. Una tríada clave para dar vida a la
transformación.
Hacia una pedagogía humanista en el contexto de la
escuela.
Los procesos de transformación que muestran una sociedad en
constante cambio abarcan también al conjunto de relaciones culturales, donde la
escuela es repensada de cara a construir un mundo más humano, en especial
cuando se reconoce que hay una tensión entre la identidad individual y social,
donde las personas no logran cohesionarse a partir de valores humanos que en
otrora permitieron definir la modernidad. El progreso material se ha
estructurado de manera vertiginosa, pero éste ha puesto en tensión el sentido
ético-moral de la sociedad y de los individuos, en especial cuando se trata de
educar para la paz, en una convivencia donde la persona se sienta respetada y
reconocida en los otros, en mundo donde la convivencia social está en crisis.
De allí que la propuesta de una pedagogía humanista den el contexto de la
escuela cada día adquiere relevancia y aun cuando es reconocida en el mundo de
las reformas y pensada por grandes humanistas como Paulo Freire en su texto
Pedagogía del Oprimido , su concreción efectiva dista mucho de alcanzarse
porque aún siguen estando presentes ciertos elementos de orden estructural que
devienen en frenos para la transformación, que deben ser reflexionados a lo
interno de las escuelas a través de la incorporación de actividades que sean
generadoras de diagnósticos que sirvan d insumos para la planificación e
instrumentación de los contenidos académicos y transversales del currículo. En
este sentido, la educación orientada a generar una cultura de paz y de los
derechos humanos se conecta con la misma realidad escolar y involucra también
la integración de las familias, siendo éste un aspecto clave para dar vida a
esa propuesta. Reconociendo eso se enuncian los objetivos.
Siendo la propuesta la de
generar espacios para la reflexión que permitan a los actores que hacen vida en
la escuela identificar los principales problemas que desde el enfoque
pedagógico tradicional se presentan como frenos para una construir una cultura
de paz en la escuela, siendo ello corroborado cuando se reproducen situaciones
de violencia donde el maestro puede incluso puede también ser responsable
porque no logra dar el salto cualitativo en la manera enseñar, limitándose a
reproducir en los estudiantes contenidos formales – teóricos que pueden ser en
el conocer, pero no articulado con el convivir y el ser. Por tanto, pensar en
dar vida en jornadas de reflexión es un paso necesario hacia la pedagogía
humanista, lograr que los actores escolares identifiquen sus problemas y que la
violencia como tal es una situación que tiene que ver tanto con la sociedad
como la misma escuela, ahora, llegado a ese punto de reconocimiento sin duda
será este un gran paso para orientar fortalecer el convivir y el ser en la escuela,
lo que sólo se lograra con relaciones dialogantes donde la comunicación sea
transversal en todos los ejes y que desde el punto de vista de la cultura
escolar permita crear un contexto coherente con la propuestas, en donde las
distintas relaciones se construyan con el ejemplo.
Los Momentos que abarcan las distintas etapas de
las Jornadas de Reflexión para dar vida a una Pedagogía Humanista son los
siguientes:
1. Momento Inicial asumido por el investigador:
orientado a identificar desde la observación participante los problemas que
frenan la instrumentación de una pedagogía humanista para el convivir y ser en
los estudiantes. Este momento se complementa con el diagnóstico en el contexto
en el que se desarrolle el taller con lluvia de ideas, de manera de registrar
los problemas planteados por los sujetos involucrados, léase: maestros y
directivos.
2. Momento de Desarrollo: en esta etapa se involucra
el uso de una estrategia pensada para la sensibilización de manera de recrear
los límites de la pedagogía tradicional en el tipo de relaciones verticales que
reproduce el maestro con sus alumnos y la dirección con los maestros. La
Dramatización puede en este sentido, ser una pertinente estrategia para lograr
el objetivo.
3. Momento de Cierre: valorando los aportes de los
participantes en el desarrollo del taller y colocando el énfasis en los
aspectos que puedan fortalecer la práctica de una pedagogía humanista en la
escuela. Esto lleva a sugerir hacer un seguimiento desde el aula, lo que debe
llevar a las escuelas a tener personal capacitado para monitorear la
progresividad del cambio. No existirá retroalimentación en cuanto al sentido
del taller sino se instrumentan en las siguientes situaciones: aula de clases
donde se dan las relaciones maestras – estudiantes, relaciones de comunicación
entre directivo y maestros e relaciones entre escuela y familia visto desde
aquellas instancias y espacios de encuentro que la escuela puede usar para
alcanzar ese objetivos.
A MANERA DE REFLEXIÓN
Educar en derechos humanos, en especial en una educación
orientada a fomentar una cultura para la paz en el presente representa un gran
reto, que en el nivel de la actual crisis de país exige la mayor suma de
voluntades en un contexto de transformaciones profundan en lo moral y en las
estructuras materiales donde, en ambas, se presentan muchos déficits, que en
general han llevado al deterior de la cohesión social, donde los mecanismos de
integración asumidos por las familias y escuelas como instancias de socialización
presentan quiebre, al nivel que la educación en valor reduce su significación
en un contexto donde la violencia escolar entre pares es expresión también de
la violencia más amplia de la sociedad venezolana, ante esos cambios negativos
la identidad de la persona, en especial la de los niños y adolescentes que van
formándose entran en tensión con una sociedad que viene perdiendo el norte
humano.
La crisis de los valores, no sólo expresa la crisis social
en cuanto a la perdida de la cohesión social en ambientes donde las normas
morales y el horizonte ético dan paso a nuevas prácticas culturales y nuevas
relaciones sociales que muestran conductas sociales impregnadas por la
violencia social, lo que afecta todos los ámbitos de la vida socio-institucional,
donde la Escuela y las familias deben transformarse para dar respuestas a las
necesidades de formar en valores en y para los Derechos Humanos.
La Educación en Derechos Humanos debe ser una educación que
trascienda lo meramente teórico para dar paso a la definición de componentes
que desde la acción pedagógica den vida a la dialéctica entre el ser individual
y social, de manera que la población escolar niños y adolescentes asuman desde
la vivencia el significado de la educación para la paz, se reconoce así que
ésta sólo se internaliza desde lo testimonial, donde el mundo
afectivo-emocional resulta medular en ese proceso de formar en valores. Esto
significa que la escuela para dar vida a estrategias eficaces, más allá de un
aprendizaje teórico, que trascienda al ámbito de lo humano vivencial, desde una
educación con ejemplos y en eso el maestro es una pieza importante porque
representa una figura modeladora al igual que los padres, de allí que la
propuesta exige revisar los aspectos propios de la cultura escolar, modificando
ese viejo modelo autoritario pedagógico, de manera que la propuesta de una
cultura educativa que potencie y de vida a la educación en y para los Derechos
Humanos para la paz tenga viabilidad en un contexto escolar más flexible desde
lo pedagógico. Esa observación se plantea porque hay evidencias que muestran
como la cultura escolar sigue presentando elementos de resistencia al cambio
tanto en la gestión como en lo testimonial de ese de valores que no logra
concretarse desde los ejemplos, hay experiencias muy importantes, pero también
persiste los problemas vinculadores con la cultura escolar, más cuando se
observa un repunte de la violencia escolar que ha llegado a niveles que deben
llamar la atención.
Es por ello que la propuesta de desarrollar talleres para la
reflexión resulta importante para generar procesos de sensibilización en los
actores que hacen vida dentro de las escuelas, de manera que puedan ellos dar
vida a un enfoque pedagógico humanista que valorice los pilares del convivir y
del ser. Una educación en y para los derechos humanos resulta medular para
construir una cultura de paz, donde la tolerancia y el respeto deben ser
ejemplificados en el conjunto de relaciones que dan vida a la escuela. Por
tanto, el enfoque humanista se tiene que recrear desde lo testimonial, con
ejemplos, donde los maestros trasciendan lo teórico-formal y den vida a una
pedagogía que tome en cuenta el convivir y el ser, esto es, un ser humano que
siendo singular se relaciona con otros, un ser humano afectivo, un ser humano
al cual hay que formar en valores. Con el testimonio y con los ejemplos se
lograrán muchos cambios.
El
reto de formar en valores es enorme, es una tarea compleja porque involucra una
serie de cambios y es ahí que la escuela está llamada a dar vida a esa
transformación. Generar espacios para la reflexión en ese sentido es un paso
inicial importante
REFERENCIAS
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Referencia en línea: http://www.bancomundial.org/temas/omd/definiciones.htm
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